domingo, 8 de febrero de 2009

La particularidad española


A medida que pasan los meses y se conocen nuevos datos sobre la evolución de la economía española, parece más evidente que hay algo que nos diferencia de los demás países. La crisis, de la que nadie duda es global, se está cebando de manera particular en nuestro país, presentando una evolución de la tasa de desempleo que continúa (no empieza...) a dar miedo.
Cuando hablar de 4.000.000 parados hace unos meses era incluso atrevido para los más pesimistas, hoy, los que están al otro lado y que deben afanarse en dar una imagen de tranquilidad, empiezan a ver esta cifra como algo verosímil. Otros indicadores, como el que muestra la actividad de nuestra economía (P.I.B), presenta un crecimiento en el cuarto trimestre del 2008 entorno al 0,8%, mientras en el mismo período del año pasado este mismo indicador nos dejaba una subida del 3,5%. Es decir, que nuestra economía "crece" a una velocidad la cuarta parte de lo que lo hacía hace un año, con una evolución intertrimestral que muestra que estamos, al igual que ocurre en otros países de nuestro entorno, en recesión.
Un tercer indicador que permite una visión intermedia entre la tasa de desempleo y el indicador de la actividad económica del país o PIB es el número de afiliaciones a la Seguridad Social. Éste nos muestra el número de personas que se incorporan al mundo laboral de forma activa y oficial (por supuesto, no nos dice gran cosa de la economía sumergida). Su evolución muestra, igualmente, síntomas preocupantes, si comparamos los valores de afiliación de diciembre 2008 que rodaban las 19.200 personas con los de un año más tarde, con un valor de unas 18.500, es decir, una caída del 3,7%.

En resumen, nos encontramos con una economía que se ralentiza a pasos agigantados, en dónde la destrucción de empleo es alarmante y con unas pobres expectativas de que esta tendencia se invierta. Esta situación (no hay que ser un gurú para percatarse...) no es sostenible por mucho tiempo.

La "particularidad española" hace que mientras que en otros países se sitúan igualmente en cifras de recesión, lo hacen con tasas de paro que muy poco tienen que ver con las nuestras, y a diferencia del PIB, la inflación, el euríbor, y demás indicadores que admiten distintas interpretaciones, la del paro refleja una realidad muy dura y directa que se traduce en personas y familias cuyos ingresos se ven reducidos o eliminados y que no pueden hacer frente a la cruda realidad de cada día: la hipoteca, las facturas, la ropa, la comida...

La duda es saber hasta dónde se puede llegar sin que la situación acabe en conflicto social. Es pronto para pensar que ésto se pueda producir ya, pero la ventaja de los indicadores es que permiten vislumbrar el final de una situación, o, al menos, saber si este final está cerca y no parece que éste sea el caso. Para encontrar un escenario parecido al que vivimos en la actualidad tendríamos que remontarnos a la década de los 30 y a la "Gran Depresión".

Es verdad que hay muchas cosas que nos separan de esta período de interguerras, pero no es menos cierto que hay un número importante de similitudes:
- la crisis de la década de los treinta, apareció después de un período de fuerte expansión (década de los veinte)
- había una fuerte dependencia financiera concentrada en el país en dónde esta crisis se desencadenó, es decir los EEUU
- la época de bonanza había orientado los beneficios principalemente hacia la especulación, es decir, hubo un importante descenso de las inversiones productivas
- la catástrofe financiera cuya máximo exponente fue el "crack" de la bolsa en 1929 tuvo un fuerte componente psicológico, en dónde el pánico desencadenado funcionó como un reguero de pólvora que rápidamente se incendió
- el caos financiero trajo consigo un brusco descenso de la actividad económica pues afectó de forma importante a los mecanismos de crédito que habían sustentado la prosperidad de los años veinte.

Todos estos factores (que creo podríamos encontrar en la actual situación sin grandes dificultades) dieron lugar a la hoy conocida como "Gran Depresión" haciendo que los Estados Unidos conociesen tasas de paro hasta entonces inimaginables que rondaron el 32%. Esta situación que venía fraguándose desde bastante antes de 1929, alcanzó su punto álgido tres años después e incluso una década más tarde la economía mundial seguía resentida y daba paso a una serie de acontecimiento que desembocaron en el segundo de los capítulos más tristes que la vieja Europa vivía en menos de treinta años, la Segunda Guerra Mundual.

Esperemos que la Historia nos haya permitido aprender de nuestros errores para evitar que éstos se repitan y es seguro que los mecanismos de control existentes en nuestros días nada o poco tienen que ver con los que regían aquellos días. Pero no dejo de pensar en que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra...

1 comentario:

Marta dijo...

Uy... pero qué pesimista te he quedado este post... Estoy de acuerdo contigo en lo que dices y creo que a partir de ahora cualquiera de nosotros nos podemos quedar sin trabajo, 4 millones incluyen a mucha gente, ¿verdad?.

En cuanto a la Gran Depresión, como dices, hay muchas diferencias y la sociedad (variable que estropea todas las predicciones económicas) es muy diferente a la de entonces...