sábado, 17 de enero de 2009

La crísis para dummies...



Una contracción económica del PIB del 1,6 %. La tasa de desempleo entorno a un 16% lo que puede traducirse a final de año en 4.000.000 de personas en edad de trabajar sin puesto de trabajo conocido. Un déficit público que rondará el 5,8 % del Producto Interior Bruto. Las exportaciones exteriores con un balance negativo del 4,6% respecto al año anterior... Estas son sólo algunas cifras que reflejan las previsiones del gobierno para el año que acabamos de comenzar. Parecen sólo cifras, pero detrás de estas magnitudes se encierran realidades, muchas de ellas que afectarán al ciudadano de a pie incluso, o especialmente, para el que estos números no son más que datos que recogen los periódicos y que a duras penas alcanza a comprender.

Detrás de una economía que decrece hay un país en el que cada vez existen menos oportunidades. Menos oportunidades para las personas recién llegadas a un mercado que les era ajeno (jóvenes que finalizan sus estudios y que simplemente dan el salto al mundo laboral), pero también personas que por una razón o por otra se ven obligados a buscar una nueva ocupación. Empresas que cierran debido a que han dejado de ser rentables, bien porque sus clientes han dejado de comprar, bien por que los servicios que prestaban a otras empresas han dejado de ser prioritarios o simplemente necesarios. Empresas que aplazan sus planes de expansión o crecimiento esperando un momento mejor. Emprendedores que no encuentran la financiación necesaria que les permita poner en práctica sus proyectos. Particulares que no encuentran el apoyo de las entidades bancarias para comprar un piso o cambiar el coche...
En definitiva, la crisis se convierte en una especie de espiral de la muerte que lleva al mercado a costumbres inducidas por el miedo contrarias, en principio, a lo que una economía en recesión necesita, y cuya aparente única medicina es la de aumentar el nivel de endeudamiento, confiando que ese esfuerzo presupuestario que nos hace entrar cada vez más en números rojos sea el que reactive la economía y la haga retomar el camino adecuado.

La crisis, aunque presente en los distintos periódicos de forma parecida después de algunos meses, no se ve todavía de igual manera por todos. Los primeros en sentirla, sin duda, son aquellos que de un día para otro se encuentran sin unos ingresos mensuales que les permitían afrontar los gastos de cada mes con una cierta tranquilidad. Que a los pocos días están en las colas de las oficinas de trabajo esperando encontrar una oportunidad de las escasas que se presentan y para la cual existen una docena de personas mejor situadas en su misma situación. Los pequeños empresarios que ven como sus ingresos disminuyen cada mes de forma imparable cuando sus gastos continúan siendo los mismos. Sin embargo, existe todavía un grupo importante de gente que observa la crisis aún con una cierta distancia y no sin preocupación, pero al que realmente no llegará a alcanzarle (en cierta manera, hasta en la bajada de los precios ha encontrado una cierta satisfacción...) hasta que en la revisión de sueldo anual ésta se haga por debajo del IPC o que su empresa, todavía no muy afectada por la crisis, decida prescindir de la mitad de su personal por falta de liquidez.

Es precisamente este intangible que se llama "incertidumbre" el que ni el gobierno ni los expertos son capaces de medir y muchos menos de controlar, el que tiene un poder trascendental en el desarrollo y duración de esta situación en la que todos están de acuerdo cuándo empezó pero nadie se atreve a vaticinar su fin...

domingo, 11 de enero de 2009

El motor de Galicia...

Para poder entender el impacto de la situación vivida por el sector del automóvil en la economía gallega es fundamental comprender el peso de esta industria a nivel local. La manera posiblemente más clara de mostrar esta influencia sería diciendo que entorno al 14% del PIB gallego depende de la fábrica que "PSA Peugeot Citröen" tiene en Vigo, pero también es sin duda un dato significativo el que Pontevedra sea la cuarta provincia a nivel estatal en exportaciones sólo superada por Madrid, Barcelona y Valencia debido a los miles de coches que todos los días salen por mar destinados a distintos mercados europeos.
Según el "cluster" del automóvil, si tenemos en cuenta los empleados de esta fábrica más la industria de componentes que se ha creado orbitando entorno a ella, (no dedicada a un 100% a este fabricante pero si principalmente...), estaríamos hablando de unos 25.000 empleos directos que a su vez se traducen en un número todavía más importante de indirectos.
Con estos datos no es difícil suponer que cuando Citröen se resfría a Galicia le sube la temperatura y ésto en un momento en el que los síntomas de fiebre eran ya evidentes a causa de la crisis inmobiliaria y a las incertidumbres bancarias...
El problema es si cabe más delicado si se considera que la industria del automóvil puede estar pasando por un punto de inflexión que podría llevarle a un replanteamiento del modelo que hasta ahora había funcionado. El tema medioambiental, con las nuevas directivas referentes a las emisiones, ha hecho que las marcas dedicasen grandes sumas de dinero al "I+D" con una rentabilidad desde el punto de vista pragmático difícil de encontrar en un mercado cada vez más complicado, en especial frente a los fabricantes japoneses. Estas mismas normas estarían obligando a las marcas a embarcarse en una auténtica revolución en lo referente a la concepción habitual de los coches equipados con propulsores de combustión interna (los motores diesel y gasolina tradicionales) para pasar a los motores híbridos (motores combinados de combustión y eléctricos en dónde los japoneses nuevamente llevan la delantera) o los tan manidos motores eléctricos (que aún presentan grandes dudas entorno a autonomía y prestaciones).

Por otro lado, las fábricas europeas se encuentran con un mercado que empieza a estar saturado, en dónde la fortaleza de la clase media ha hecho que se llegue a un umbral de hasta dos coches por familia difícil de superar y en dónde las grandes ciudades presentan no pocos problemas para hacer circular un número tan elevado de vehículos. Esto, unido a la nueva conciencia medioambiental, está haciendo que medios como la bicicleta empiecen a tener una importancia considerable y a un coste a años luz del que corresponde a un automóvil.

Volviendo a nuestra realidad local, en dónde ya no somos considerados como la mano de obra barata que en otros tiempos nos sirvió como reclamo para grandes inversiones (ahora son precisamente los únicos países con mercados emergentes como Rusia, Polonia o la República Checa quienes se llevan las producciones destinadas a dichos mercados) sólo nos queda aportar un "plus". Este algo más puede ser un trabajo más cualificado sobre todo en los relativo al "I+i+D" pero también una profesionalidad a todos los niveles (desde al operario hasta el ingeniero) que permita hacer productos de calidad, pero con una calidad entendida en el sentido nipón de la palabra.

En cualquiera de los escenarios posibles, parece que la época dorada de la automoción gallega ha quedado atrás, y que los niveles de producción alcanzados en 2007 serán difícilmente alcanzables de nuevo, al menos a medio plazo. Esto no debe suponer ni mucho menos el fin de un sector tan relevante para nuestra economía, pero si una reconversión de la que además de lo negativo (pérdida de producción) habrá que intentar cosechar lo positivo, permitiendo a la industria salir reforzada para seguir compitiendo en un mercado en el que sólo los más fuertes sobrevivirán.