domingo, 16 de marzo de 2008

Y ahora ¿qué?



Tras el 9M muchos esperábamos que, fuese cual fuese el resultado, muchas cosas cambiarían en la derecha española. Un triunfo del PP en las pasadas elecciones les hubiese obligado a adoptar una postura menos intransigente, que les permitiese llegar a acuerdos, por lo menos puntuales, para conseguir el apoyo necesario en la sesión de investidura. Una derrota, como la que han experimentado (se puede disfrazar como se quiera, pero no deja de ser una derrota...) haría igualmente que las posiciones más radicales del partido diesen paso a otras más dialogantes que proporcionasen al partido el giro hacia el centro que muchos esperaban. Pero las cosas parecen que no van en ese sentido. De nuevo, como pasó después del 14M cuatro años atrás, se niega la evidencia y se intenta convencer de que obteniendo más votos no se puede hablar de derrota. Pues bien, si lo de hace cuatro años fue una derrota no negada ni siquiera en las filas del PP, lo que ha ocurrido en el 9M es más de lo mismo. Con la sola diferencia de que ahora no hay un atentado ni una supuesta conspiración a la que culpar. Esta vez, lo que si ha habido es un planteamiento de oposición equivocado agravado con un intento de giro a seis meses de las elecciones que no ha hecho más que evidenciar que hasta el propio Mariano se había dando cuenta de lo errado del planteamiento. Y ahora, resulta que el artífice de la estrategia se presenta como abanderado de la renovación y sirve en bandeja de plata la cabeza de sus secuaces como prueba de sangre de sus intenciones. Pues bien señor Rajoy, con ello podrá de nuevo convencer a los que ya estaban convencidos, a los que hace años defendían a un candidato que a día de hoy se pasea con una hoz y un martillo en la solapa (aunque por ello el señor Hernández Mancha no pierda valor intelectual...) y que dentro de cuatro años, después de que revalide la confianza de las cabezas visibles de su partido, le volverán a votar y no serán apoyo suficiente para llevarlo a la Moncloa. Muchos se frotan ya las manos en la izquierda española viendo como estos renovados cuatro años empiezan a soñar a ocho salvo catástrofe económica.

Y en la filas del PP parece que a nadie le parece importar. El nuevo Mariano intentará un lavado de cara dejando, como ha sido habitual en él, a muchos en el camino, e intentará de nuevo el asalto en las próximas elecciones. Esperemos que algunos de los pocos que han conservado su dignidad política dentro de las filas de la agrupación conservadora no la pierdan y no se dejen embaucar por cantos de sirena. Aunque en política todo es posible...