sábado, 24 de noviembre de 2007

Dos lenguas, una nación cultural


LA VOZ DE GALICIA (24/11/2007)
Galicia Bilingüe dice que en la educación se vive una ficción
El colectivo que defiende los mismos derechos para gallego y castellano aglutinó ayer a 800 personas

Esto ha pasado sin que muchos nos diésemos cuenta. Es una situación que se venía fraguando desde hace ya algún tiempo y que ha sido institucionalizada antes del verano. El nuevo decreto que acaba de entrar en vigor busca convertir al castellano en la lengua secundaria en la enseñanza gallega. Y lo hace sin complejos, sin demasiada contundencia aún en lo referente a la enseñanza infantil, pero con una rotunda declaración de principios a partir de primaria: imposición de cuota mínimas (un mínimo del 50% de enseñanza en gallego) pero reservándose las asignaturas troncales básicas.

El uso de dos lenguas distintas como el gallego y el castellano (aunque muy próximas, por mucho que algunos se empeñen en demostrar lo contrario) en un mismo territorio no debe de ser un problema en sí. Es posible que lo sea cuando éstas son el euskera y el castellano o el balón y el francés. Pero no es el caso en Galicia. El bilingüismo propiamente dicho ya estaba instaurado aquí en muchas familias, en dónde abuelos y nietos hablaban cada uno en la lengua que habían aprendido y éstos últimos no eran conscientes de dar sus respuestas en una lengua distinta.

Que la lengua más débil debe estar protegida y promocionada lo discuten muy pocos; pero que esta protección se convierta en negar el derecho del individuo a elegir la lengua en que quiere expresarse, eso es una cosa bien distinta: como Galicia Bilingüe recoge en sus principios fundacionales, "..los hablantes de las lenguas son sujetos de derecho, y no las lenguas en sí".

No es lógico olvidar las aportaciones a la cultura gallega (hecha por gallegos para los gallegos y la cultura en general) a través del castellano, como mínimo al mismo nivel de las creaciones realizadas en gallego. Basta recordar a personajes tan relacionados con nuestra ciudad como Don Ramón de Valle Inclán o Gonzalo Torrente Ballester, o mujeres de la talla de Emilia Pardo Bazán.

El nacionalismo ha funcionado en otras zonas de España como elemento de cohesión y de autoestima, reforzando el sentimiento de pertenencia a un sitio. Pero es posible buscar ese sentimiento sin exclusión. Modelos que han funcionado en otros sitios no tienen porque ser los más adecuados para nuestra tierra. Cultivemos la convicción y no tomemos atajos a través de la imposición.

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